Sorpresas agradables
La razón y la emoción deben trabajar conjuntamente
La vida de vez en cuando nos presenta agradables sorpresas. Y como popularmente se dice en castellano, "nos hacen salir en volandas”.
Hoy he ido a la peluquería. Me cuesta ir, lo reconozco, pero cuando uno mira al espejo y se ve una cabeza de león, no queda más alternativa que ir.
Y allí, inesperadamente, he tenido una sorpresa muy placentera. Me he encontrado en Montse, una antigua conocida que hacía tiempo que no encontraba por la calle, el lugar donde de vez en cuando nos saludamos o solemos compartir breves palabras. Pero hoy la casualidad y el tiempo han sido generosos con nosotros y nos han sentado de lado.
Montse es fantástica. Es sencilla, amable, generosa y buena persona allá donde las hay. Va siempre llena de trabajo hasta el cuello, pero siempre encuentra tiempo para cultivar su mente y su alma. Al cabo de pocos minutos de charlar, me ha hecho escoger un pequeño papel cuadrado entre otros muchos que llevaba en una bolsa. Y a ojos cerrados, he escogido éste: Gráficamente, hay dibujados un cerebro y un corazón caminando cogidos de la mano. Y debajo, un escrito con estas palabras: "...Vamos a un lugar tranquilo para conversar y ponernos de acuerdo".
Al llegar a casa, me la he quitado del bolsillo y lo he leído cinco veces seguidas. Y he pensado en esta idea: ¿Cuántas personas circulan por la vida sin que su cerebro y su corazón estén de acuerdo?
La razón y la emoción a menudo inician batallas que terminan con un ganador. ¿Y quién es el bueno y quién es el malo? Pues decididamente ninguno de los dos. Únicamente un acuerdo lleva la acción a buen puerto.
La razón y la emoción, en lugar de ser incompatibles, trabajan conjuntamente, ya no sólo en la interpretación de situaciones y la toma de decisión oportuna, sino que también ambos procesos cognitivos nos facilitan aprendizaje respecto a lo vivido.
Así pues, mente y corazón no deben trabajar de forma independiente, sino que deben complementarse para ayudarnos a conseguir equilibrio y bienestar personal.
Joan Carlos Sasplugas i Vilagut, nació en Barcelona el 27 de agosto de 1958. Se define como un espectador de la vida, que ha disfrutado literalmente de su trabajo desde el primer día que empezó a trabajar. Alguien lo presentó como un coleccionista de aforismos, que desnuda su alma tomando como punto de partida el conjunto de creencias que defiende. Y seguramente es así. Es el autor de La reflexión del día y Proyecto Felicidad, ambos publicados en Tarannà Edicions.