NUCA PERDAMOS LA ESPERANZA

La leyenda nos cuenta que Pandora, esposa de Epimeteo, queda responsable de cuidar una caja con tal de no abrirla. La curiosidad es más fuerte, y Pandora levanta la tapa, de la que salen todos los males y desgracias del género humano, que la pican y maltratan. Ella logra taparla, pero ya es tarde. De repente de la caja sale una vocecita pidiendo que la deje salir después de hacerse rezar un buen rato. Pandora levanta la tapa y de la caja sale una pequeña figura alada que es la Esperanza, y ésta le cura las heridas. Desde entonces, la esperanza es la última oportunidad de sanar nuestros golpes y heridas mentales, emocionales y físicas.

"La esperanza es lo último que se pierde". Esta frase se puede utilizar como consejo o consuelo cuando alguien enfrenta una situación o momento duro o angustioso y las posibilidades de mejora parecen muy remotas o escasas para levantar el espíritu de la persona aquejada y recordarle que nunca debemos pensar que todo está perdido.

La ausencia de esperanza nos lleva a la depresión, que no es otra cosa que la enfermedad de la tristeza. La depresión es, dicho en términos coloquiales, la carencia de futuro. Uno lo está pasando mal, pero lo peor es que no ve luz al final del túnel. Piensa que la amargura del presente será la amargura del mañana.

Por el contrario, cuando la esperanza existe nos permite luchar sin descanso esperando mejores tiempos. No hay que olvidar que, siempre que llueve, esparce, y que todo temporal amaina.

El viaje humano está inevitablemente lleno de accidentes y zigzags. Bruno Bettelheim, eminente psicoanalista y psicólogo austríaco, escribió en "Sobrevivir": "El dolor, por fuerte que sea, se hace más llevadero si uno está convencido de que con el tiempo se curará. La peor calamidad es tolerable si uno cree que va a pasar. La angustia más penosa se alivia tan pronto como la tranquilidad está al alcance de la vista".

Joan Carles Sasplugas

csasplugas@me.com

+376 337 338