Locura
La grandeza radica en la capacidad para trascender lo ordinario
El novelista norteamericano Jack Kerouac nos habló de la gente que arde, de aquellos que se consumen en su propia llama de pasión y deseo: "La gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo quema como habla, ni habla ni habla como habla, ni habla como habla, ni habla como habla, ni habla como habla, ni habla de todo a la vez amarillos explotando al igual que arañas entre las estrellas"
Oscar Wilde afirmaba que "Vivir es el más raro del mundo. La mayoría de la gente existe, eso es todo". Nos recuerda que la vida no debería ser una sucesión de días grises, sino una obra maestra, un compendio de momentos intensos y memorables. La verdadera grandeza del ser humano radica en su capacidad para trascender lo ordinario, para desafiar las expectativas, para atreverse a ser diferente.
Aquellos que arden son los que revolucionan el mundo. Quienes persiguen sus sueños con una convicción inquebrantable, quienes, pese al miedo y la incertidumbre, se lanzan al vacío de lo desconocido. Como dijo Steve Jobs, “Las personas que están locas locas como para pensar que pueden cambiar el mundo, son las que lo hacen”.
Pero no se trata sólo de grandeza histórica o hazañas memorables. También quemar es simplemente vivir con autenticidad, amar con intensidad, crear con pasión. Es encontrar belleza en lo efímero, en la imperfección, en la búsqueda perpetua del significado. Es resistirse a la frialdad del conformismo y optar por la calidez de la autenticidad.
En cada uno de nosotros hay una chispa. Algunos la protegen, alimentan y convierten en un incendio de creatividad, bondad, luz. Otros la dejan apagar bajo el peso de lo convencional. La decisión es nuestra. Porque, como afirmó Nietzsche, "Aquellos que bailaban fueron considerados locos por los que no podían oír la música".
Joan Carles Sasplugas