El camino del duelo
Marta, mi queridísima esposa, falleció y, al morir ella, también lo hizo una buena parte de mí.
Como tantos otros, de la noche a la mañana me encontré abocado a una situación dantesca a la que “sobrevivir”. Sin disponer de recursos ni preparación alguna, fuera de mi propia capacidad de reacción, me hallaba frente a una realidad vertiginosa e inevitable. Para colmo, por si no hubiera suficiente con todo el dolor que rasgaba mis entrañas, pronto descubriría que incluso yo mismo me había convertido en un completo extraño para mí.
Con estas páginas desearía poder llegar a cualquier persona que, habiendo pasado o no por la pérdida de un ser querido, estuviera verdaderamente interesada en ahondar más en el verdadero significado de la vida y, ¿por qué no?, de la muerte. Esta vida tan valiosa que demasiado a menudo se nos escapa de las manos, sin que lleguemos a apreciar su grandeza, extrema belleza y significado (...).
Encontrarás, junto a experiencias personales, un resumen de todas y cada una de las “fases” por las que habitualmente se suele pasar en el proceso del duelo, esperando que, al facilitarte esta información detallada, puedas disponer de suficientes datos como para entender que:
1.- Es absolutamente normal lo que sientes y te sucede en estos momentos.
2.- Existe un proceso lógico, unas “etapas” por las que vas a pasar. Éstas no son ni fijas ni inevitables, dado que el camino del duelo es algo muy personal e intransferible. Cada persona evoluciona a su ritmo, sin que pueda hacerse comparación ni valoración alguna entre quienes están transitando por semejante “viaje”. Pero sí pueden darte una idea aproximada acerca del momento en el que te encuentras.
3.- Aunque hoy pueda parecerte del todo imposible y, quizás, incluso insultante, es necesario que sepas que un día encontrarás la paz otra vez acomodada en tu interior. Es verdad, nada volverá a ser lo mismo, y en esto llevas toda la razón pero, a la larga, y después de mucho trabajo y sufrimiento, tu crecimiento personal te llevará al equilibrio. Vas a convertirte en alguien con unos valores que, hoy, pueden resultarte del todo inimaginables. Pero es lo que espera al final del camino que acabas de empezar, si perseveras. Te lo aseguro. Puedes convertirte en una expresión viva de la belleza de tu ser querido.
4.- En el caso de que no puedas llevarlo solo/a, debes saber que existen centros y grupos de ayuda especializados, donde hallarás el apoyo y soporte que precises. Úsalos sin dudar ni un instante. Ellos sí saben por lo que estás pasando, “hablan tu mismo idioma”, comprenden sin juzgar y serán un punto de referencia de valor incalculable.
5.- Ahora no es el momento de heroicidades ni grandes decisiones, necesitas tiempo. Tiempo para sentir, tiempo para llorar, tiempo para el silencio, tiempo para preguntas, tiempo para reflexionar, tiempo para... Date tanto tiempo como necesites y no tomes ninguna decisión importante en estos momentos. Para nada te estoy diciendo aquella típica frase de que “el tiempo lo cura todo”, porque no sé quien la inventó, pero lo que te puedo asegurar es que en su vida había pasado por una pérdida. El tiempo NO cura nada, va a ser lo que hagas con ese tiempo lo que te va a permitir prestar atención a tus heridas. Identificarlas, darles nombre, buscar la cura, aplicarla y saber que le das su tiempo para que dé los resultados deseados. Y si se infecta, porque suele ocurrir, volver a ello tantas veces como haga falta, pues el único objetivo es llegar a su completa sanación, con cicatriz incluida, pero sin que por ello quede rastro de dolor. A eso, y no a otra cosa, es a lo que nos referimos cuando hablamos de darnos tiempo. Aprende a respetar y amar tus tiempos.
6.- No reprimas el llanto, ¡llora cuanto te apetezca!, es muy importante aceptar tu dolor y dejarlo salir a flor de piel. Cuando estés sólo/a, deja que las lágrimas lo expresen en la más absoluta intimidad, no las reprimas, no temas, te harán un bien inimaginable. No niegues ningún sentimiento, déjalos aflorar sin miedo, te ayudará a avanzar en tu dolor.
7.- No sufras en absoluto por si algún día puedes llegar a olvidar, eso no va a suceder NUNCA. No olvidamos, transformamos. El dolor poco a poco, muy lentamente, irá dando paso a la gratitud, reconocimiento y orgullo más profundos que puedas imaginar, viviendo e incorporando su “presencia” de forma muy limpia, clara y enriquecedora.
8.- Es importante que no olvides que en estos momentos no hay palabras de consuelo, y muy poca gente va a estar a la altura de lo que precisas, aunque no por falta de interés y buena voluntad por su parte. Nada nos preocupa más que ver sufrir a un ser querido, deseando su recuperación casi de forma milagrosa, y esto lleva a muchos a cometer errores de gran calibre, pero intenta no juzgar, no saben más. Tu camino va a ser largo, y no siempre vas a encontrarte rodeado/a de personas capaces de entender y saber estar. Por mucho que te amen y deseen estar a tu lado, pocos van a ser con quienes sientas aquel espacio de cálido silencio, tan necesario como difícil de definir y explicar. No se trata de que tengan más o menos calidad, sólo que tu interior precisa de momentos imposibles de describir, y te irá llevando de la mano si le dejas fluir sin juzgar ni juzgarte. Simplemente sigue esas sensaciones internas, respétalas. Lo entenderás más adelante.
9.- Atrévete a pedir respeto a tu círculo más cercano. Vas a ver reacciones de todo tipo, te encontrarás con quienes creen saber lo que necesitas en cada momento, aquellos que, con toda la buena voluntad del mundo, imaginan que conocen tu situación a pies juntillas y, sin previo aviso ni consulta, llaman a tu puerta dispuestos a pasar el día haciéndote compañía. Tu vida se ha desmoronado por completo y necesitas tiempo y espacio para volver a darle forma. Pídeles que respeten tu llanto y tu soledad, si así lo deseas, sin intentar distraerte o animarte, a no ser que se lo pidas explícitamente. Puedes incluso disculparte por anticipado, por todas aquellas posibles salidas de tono provocadas por tu estado de shock; explícales que tal vez no reconozcan algunas de tus reacciones, simplemente porque ya no eres la misma persona…, has muerto junto con el ser que daba sentido a tu vida y vas a necesitar tiempo. Y por tu parte, si puedes, intenta aprender a dejarte querer por aquellos que están deseando ayudarte, aunque no sepan exactamente cómo. Dales tiempo también y dátelo también a ti.
Xavier Muñoz es autor de Tarannà Edicions y de "El Camino del Duelo" y "Sin Carta de Navegación". Tras una larga trayectoria como psicólogo, su trabajo de asesoría a empresarios y público en general se vio truncado por la enfermedad de su esposa, dejándolo todo para acompañarla hasta sus últimos días. Imparte cursos y conferencias acerca de cómo afrontar la muerte de un ser querido, a la vez que seminarios especializados para directivos y altos cargos, en los que atiende por igual al factor de rendimiento laboral como al humano.